NATALICIO GABRIELA MISTRAL

Lucila Godoy Alcayaga nació en Vicuña, región de Coquimbo, el 7 de abril de 1889; hija
del profesor Jerónimo Godoy Villanueva y de Petronila Alcayaga Rojas, modista. Adoptó
el seudónimo con el que la conocemos, Gabriela Mistral, luego de obtener la máxima
distinción en los Juegos Florales de Santiago de 1914 por la obra que había presentado,
“Sonetos de la muerte”, cuando tenía 25 años.
Se distinguió tempranamente como educadora y escritora, fundamentalmente en el
ámbito de la poesía, pero también tuvo gran interés en temas sobre los que escribió de
manera permanente: la educación y la enseñanza, lectura y escritura, derechos de los
niños y niñas, la formación de las maestras, la educación rural, la importancia de la
biblioteca escolar, de leer y contar. Además del interés personal, tenía gran lucidez,
espíritu crítico y un pensamiento muy novedoso para su época. También escribió sobre
el rol de las mujeres (“las mujeres formamos un hemisferio humano”) y la necesidad de
avanzar hacia relaciones paritarias con los hombres.
Recuerda con cariño a su hermana materna, Emelina Molina, profesora rural, de la que
cuenta que fue su primera formadora y quien le agradece por “haberme enseñado a
base de imaginación y de sentimiento, con relatos bíblicos y con la vida del campo”. Sin
duda, fue para ella un ejemplo de cómo debería ser la enseñanza de niñas y niños.
En 1910 dio examen en Santiago, en la Escuela Normal N° 1 de niñas y obtuvo el título
de maestra. Trabajó en diversas ciudades de Chile, entre ellas, Antofagasta, Traiguén,
Temuco, ciudad en la que conoció a un joven estudiante, Ricardo Eliecer Neftalí Reyes
Basoalto, quien años después llegaría a ser conocido como el poeta Pablo Neruda. Ambos
recibirían décadas después la más alta distinción -el Premio Nobel- en el ámbito de la
creación literaria. Gabriela Mistral fue la primera escritora latinoamericana en recibir
este premio el año 1945.
En 1922 viajó a México invitada por José Vasconcelos, ministro de educación en ese
momento. El propósito de la invitación era pedirle que colaborara en dos grandes temas:
la reforma educacional que se encontraba en sus inicios en México y la creación de
bibliotecas populares, ámbitos a los que Mistral ya había dedicado numerosos artículos
y conferencias. Ese mismo año se publicó en Nueva York su libro “Desolación”, el primero
de muchos, y que la dio a conocer de manera internacional como una importante
escritora latinoamericana. En 1923 la Editorial Nascimento publicó en Chile “Desolación”,
pero la mayoría de sus libros se publicaron en otros países. Luego siguieron “Lectura
para mujeres” (México, 1924) y “Ternura” (España, 1924).
En la década de 1930 dictó numerosas conferencias y dio clases tanto en EE. UU. como
en Europa y América Central. A fines de la década, reconocidos escritores y escritoras
de varios países comenzaron a promover su nombre y sus obras como merecedores de
recibir el Premio Nobel; el presidente Pedro Aguirre Cerda, amigo y admirador de su
obra literaria se interesó por respaldar su candidatura apoyando la traducción de sus
escritos. Se desempeñó en tareas diplomáticas ejerciendo como cónsul de Chile en
Petrópolis (Brasil), Madrid (España), y Lisboa (Portugal).
En 1951 se le otorgó el Premio Nacional de Literatura, seis años después de haber
recibido el Premio Nobel de Literatura. Regresó a Chile en 1954 para una corta estadía,
en la que viajó a su tierra natal y se encontró con familiares y personas que aún
recordaba.
Murió el 10 de enero de 1957 en Nueva York, Estados Unidos. Sin duda, es una mujer
icónica en las letras latinoamericanas y leerla permite descubrir su profundidad como
creadora y maestra.

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